Myanmar.


  Llevábamos tiempo con la idea de visitar Myanmar. Aprovechando que Aurora está prácticamente recuperada de un cáncer de pecho que padeció hace menos de un año, buscamos un recorrido que no represente demasiadas dificultades y volamos para el sudeste asiático.
    Tras una escala en Bangkok, aterrizamos a primeros de diciembre en la ciudad de Mandalay. Un par de días paseando por esta caótica ciudad y preparamos las alforjas para echarnos a la carretera.
   
    Debido a la cercanía de la ciudad de Sagain, realizaremos una etapa corta como toma de contacto y aprovecharemos de paso para visitar alguno de los lugares de interés del sur de Mandalay.



    Nos acercamos hasta el lago Thaung Tha Man con la intención de conocer el famoso U-bein, un antiguo puente de teca que atraviesa el lago.




    Cruzamos por primera vez el río Irawadi, una de las principales arterias fluviales del país, camino a la ciudad de Sagaín. Una vez en ésta, aparcaremos las bicicletas para ascender por infinitas escaleras hasta los templos que situados en la cima de cada colina, ofrecen unas espectaculares vistas de los alrededores.



    La mañana siguiente madrugaremos para visitar con tranquilidad la antigua ciudad de Inn Wa. Luego, un par de jornadas de fácil pedaleo hasta los templos de Bagan.




    Por el camino son numerosas las ocasiones que tenemos para disfrutar del deporte nacional en Myanmar. Una especie de voleibol, en el que en partidos de tres contra tres, está permitido tocar la pelota con cualquier parte del cuerpo a excepción de los brazos, obligando a espectaculares acrobacias.
 

    Pero por supuesto, el fútbol también ha calado entre los más pequeños.


    Nos concedemos un par de jornadas de "descanso" para visitar los numerosos templos desperdigados por los alrededores de la ciudad de Bagan.








    Tras la visita a los templos de Bagan, ponemos ruta hacia el lago Inle. Pero por delante tenemos una orografía más acentuada de la que hemos tenido hasta ahora, que nos obligará a apretar fuerte a los pedales.









    La motocicleta se ha convertido en la dueña del asfalto, sobre todo en las ciudades. En alguna, como Yangon, han restringido el uso de las dos ruedas a motor.


    Por suerte, en cuanto salidos de las zonas urbanas el tráfico desaparece.



    Las cosas están evolucionando muy rápido en Myanmar, y lo que antes no eran más que pistas, ahora a base de mano de obra, mayoritariamente de mujeres, se convierten en carreteras asfaltadas.








    Tras unas jornadas de montaña llegamos a orilles de lago Inle, uno de los mayores atractivos turísticos del país. Y a pesar de que la zona se haya trasformado y volcado con el turismo, no ha perdido el encanto.


    Algunos pescadores posan para la foto al paso de los turistas. Otros en cambio, son ajenos a éstos y continúan con su tarea.






    Dejamos atrás el lago Inle y ponemos rumbo norte hacia la localidad de Pindaya


















    En el pueblo de Ywa Ngan coincidimos con los únicos cicloviajeros que vemos en todo Myanmar. Un simpático grupo de veteranos tailandeses que recorren parte del país vecino en bicicleta. Con ellos compartiremos cena, vino, y alguna pedalada.



    A pesar de haber leído las crónicas de otros viajeros que se quejaban del sofocante calor que sufrieron en Myanmar, las mañanas de diciembre en la zona de montaña nos obligan a ponernos de largo.






    A punto de cerrar el círculo en bicicleta, nos desviamos antes de llegar a Mandalay hacia el noreste, con intención de visitar Hsipaw y sus alrededores. Por suerte, hasta la localidad llega un viajo tren que discurre por un impresionante trazado. Montamos las bicicletas en el tren y cómodamente arribamos a Hsipaw.






    Antes de coger de nuevo las bicicletas para desandar el recorrido que hemos hecho en tren, recorremos los alrededores de esta localidad.





    Si hasta la fecha habíamos encontrado carreteras tranquilas por las que pedalear, el tramo que nos conduce desde Hsipaw hasta Mandalay soporta un denso tráfico de vehículos pesados.









    Nuestros últimos días de visado coinciden con el final de año, por lo que con pena nos despedimos del año, pero también de Myanmar y de sus gentes, que tan bien nos han tratado.




    Tailandia


    Con el año nuevo saltamos a Bangkok y sin un destino claro, empezamos a pedalear hacia el Sur. Enseguida comprobamos lo sencillo que va a resultar viajar en bici por esta zona. A diferencia de las empinadas cuestas que sufrimos años atrás visitando el norte del país, ahora la orografía a orillas de la costa Este es totalmente plana. Además, existen una extensa red de carreteras secundarias en las que resulta fácil esquivar el tráfico. Incluso empiezan a construir estupendos bicicarriles.




    En anteriores ocasiones en las que habíamos visitado diferentes zonas del sudeste asiático, siempre nos había llamado la atención la delgada complexión física de sus habitantes. Pero en esta ocasión, Tailandia nos sorprende por la alta tasa de obesidad entre la población más joven. 





    Quizás por inesperada, la costa este del país nos sorprende gratamente, pues aparte de encontrar tranquilas rutas por las que ciclar, llegamos a pueblos y ciudades con mucho encanto, como es el caso de Prachuap Khiri Khan.


    Incluso a diferencia de lo que encontraremos más tarde en la costa oeste.... tranquilas y solitarias playas por las que pasear.





    Durante toda la ruta encontramos carreteras y caminos por los que pedalear sin problemas. El exceso de confianza nos llevó en cierta ocasión a tener que desandar los anteriormente ciclado, al cerrarse de tal forma la vegetación que hacía imposible el pedaleo.
    Pero siempre llegamos a lugares que compensan las penalidades...





    En Tailandia coincidimos con bastantes más cicloviajeros que en tierras birmanas. Unos por unas semanas, otros por unos meses, incluso alguno, de largo recorrido.




    Cambiamos de costa y nos dirigimos a uno de los lugares emblemáticos de Tailandia, Krabi y sus playas. Y si hasta ahora habíamos disfrutado de una absoluta tranquilidad en la costa este, los últimos días sufriremos los efectos del turismo de masas en la costa de poniente. Aunque todavía podemos apreciar la razón que mueve a tanta gente a acercarse a esta zona del sur de Tailandia.









    Tras apurar el mes de visado gratuito de Tailandia, regresamos a Bangkok y ponemos fin a este periplo de un par de meses por el Sudeste asiático.



Datos de interés:

- Viajar por el sudeste asíatico siempre resulta sencillo. Ahora para entrar en Myanmar es fácil conseguir el visado electrónico a través de internet. Éste es válido para una visita de un mes al igual que la visa de Tailandia, que te permite la estancia en el país por el mismo periodo de tiempo de forma gratuita.
- Nosotros entramos y salimos del país por aire, aunque ahora es posible entrar y salir de Myanmar por las fronteras terrestres. También se están abriendo las zonas anteriormente vetadas al turismo, aunque todavía quedan algunas que restringe la visita a extranjeros. Curiosamente y aunque cada vez más gente visita Myanmar, los problemas con la etnia de los Rohingyas mostrada en los medios de comunicación han echado para atrás a mucho visitantes extranjeros.
- Myanmar tiene fama de ser caro para el turista (especialmente el alojamiento), si lo comparamos con sus países vecinos. Por suerte las cosas van cambiando y cada vez resulta más frecuente encontrar hoteles decentes a una buena relación calidad-precio. Atención!!! todavía quedan algunos hoteles en los que sólo admiten locales.
- Nosotros nos alojamos en hoteles que rondaban entre los 15.000 y 35.000 MMK. Las comidas alternaban entre los 1.500 y 2.500 MMK en los lugares más económicos y los 5.000 y 10.000 MMK en sitios un poco más selectos. La cerveza local estaba en unos 2.500 MMK.
- A últimos de 2017 el cambio estaba a 1.600 MMK por euro.
- Aunque algunos viajeros se quejan de las altas temperaturas que soportaron en Myanmar, nosotros (diciembre y enero)gozamos de un más que agradable clima, con temperaturas que rondaron entre los 18 y 28 ºC.
- En esta ocasión no llevamos tienda de campaña, ni hornillo de cocina. Nuestras alforjas portaban tan sólo algo de ropa y alguna herramienta y repuesto de bicicleta.
- Encontramos carreteras decentes por las que ciclar, a excepción de algunos tramos en obras en Myanmar. En Tailandia hay una extensa rede de carreteras y pistas alternativas a las vías principales. A nosotros nos resultó de gran utilidad la aplicación Maps Me. con la que cada día trazábamos nuestra ruta.
- En algo más de 2.200 kms. no sufrimos grandes averías. Tan sólo un par de pinchazos y una rotura de sirga de cambio trasero en la bici de Aurora. Viajamos con bicis de montaña con rueda mixta.
- Por último agradecer a Eddy, Ainhoa, Koldo, Bego y Hugo por los consejos que nos dieron antes y durante el viaje.